El botox constituye uno de los tratamientos médico estéticos más solicitados en la actualidad debido a la indudable seguridad y facilidad en su uso, la amplia variedad de indicaciones y baja incidencia de efectos secundarios.
El uso del Botox o toxina botulínica remonta desde 1978 en tratamientos para la corrección del estrabismo, una enfermedad oftalmológica caracterizada por la hiperactividad de los músculos oculares; por el alto margen de mejoría, su uso se extendió no solo en el ámbito de la medicina sino también en tratamientos médicos estéticos de patologías asociadas a líneas de de expresión y envejecimiento.
La aplicación del Botox se lleva a cabo mediante inyecciones por vía subcutánea y es completamente individualizado para cada paciente, ya que las líneas de expresión, la contractibilidad de los músculos faciales, la pérdida de grasa subcutánea y fibras de sostén y la actividad fibroblástica varía en función de la edad y nivel de envejecimiento facial .
El Botox es una neurotoxina elaborada por la bacteria Clostridium botulinum que a su vez produce otras seis toxinas diferentes. La toxina tipo A, es uno de los serotipos más potentes utilizada en el ámbito clínico y estético. La acción fisiológica de la toxina radica en las fibras nerviosas a través del bloqueo de la liberación de la acetilcolina, un neurotransmisor que promueve la contracción muscular; por lo tanto permite disminuir o desaparecer las arrugas causadas por la gesticulación constante que tenemos día a día.
En general las neurotoxinas producidas por la Clostridium botulinum interfieren en la liberación de acetilcolina en las vesículas presinápticas en la unión neuromuscular. El resultado funcional transitorio consiste en disminuir la contracción muscular, sin producir lesiones físicas de las estructuras nerviosas.
Aproximadamente desde los 25 años aparecen los primeros signos de envejecimiento consistentes en líneas finas que con el transcurso de los años, se profundizan hasta percibirse líneas profundas en los ángulos externos de los ojos (patas de gallo), líneas horizontales en la frente producidas por la expresión facial y líneas verticales entre las cejas (ceño fruncido).
A partir de este momento, el botox puede ayudarte a obtener resultados naturales disminuyendo notoriamente las líneas dinámicas o líneas de expresión. Los efectos del botox pueden evidenciarse casi de forma inmediata tras su aplicación y a largo plazo se puede evidenciar una disminución en la progresión de las arrugas. Por lo tanto, si deseas obtener los múltiples beneficios, puedes optar por un tratamiento cada 6 meses.
El botox es uno de los tratamientos más seguros actualmente y son muy infrecuentes los efectos adversos. No obstante, para evitar reacciones durante las primeras 24 de su aplicación es recomendable:
Aunque son escasas, bajo las siguientes condiciones no se recomienda el uso de botox:
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